Hace poco tuve el gusto de escuchar al reconocido arqueólogo Eduardo Matos hablar sobre los Símbolos Patrios, una amena y enriquecedora charla centrada en el Escudo Nacional, es decir, el águila posada sobre un nopal mientras devora a una serpiente. La pregunta medular es: ¿Cómo terminaron los independentistas prefiriendo al águila siendo la Virgen de Guadalupe la capitana del Ejército Trigarante y, en general, de las fuerzas independentistas desde el inicio del movimiento hasta su culminación?
La tesis del coordinador del Proyecto Templo Mayor me parece acertada, y pocos podríamos mostrarnos en desacuerdo con semejante autoridad: La necesidad de los independentistas de buscar una Identidad Nacional y un verdadero desarraigo de España los llevó a utilizar pragmáticamente como escudo de México al águila en reemplazo de la Virgen de Guadalupe. Me parece un razonamiento acertado después de todo, es lógico el recurrir a un águila posada sobre un nopal como símbolo del rompimiento con España y la reivindicación de lo indígena. Aunque me gustaría matizar un poco la tesis de Matos.
Un arqueólogo de la talla del ex director de la Escuela Nacional de Antropología e Historia no pudo pasar por alto el enfrentamiento cultural entre dos grandes civilizaciones que terminarían fusionadas en el tiempo. Tuve el gusto de recordar, guiado por Matos, la guerra de imágenes y los ingeniosos artificios utilizados por los evangelizadores para llegar a las almas de los nativos. Un brillante enfrentamiento que culminaría con la imposición del catolicismo en la Nueva España, una guerra de imágenes sobre la cual la mayoría tenemos algún dato. Cualquiera familiarizado con el trabajo de Serge Gruzinski podrá dar fe de esto.
Sin embargo, a mi parecer, muchos de los historiadores pasan algo por alto: en las guerras siempre hay bajas de ambos lados y sus propios datos y ejemplos lo sostienen. Basta con visitar la iglesia de San Miguel Arcángel en Ixmiquilpan, capilla del siglo XVI en la cual ya encontramos al águila sobre el nopal, o revisar los códices testeréanos, entre los cuales sobresale el Padre Nuestro, para darnos una idea de cómo también la cultura indígena dejó bajas entre las filas de los conquistadores, heridas graves que dejarían cicatriz en la mentalidad criolla. También podemos ver un poco infravalorados los generosos estudios sobre simbología indígena que realiza David C. Wright quien nos da varias pistas sobre el significado del águila y del nopal o, para ser precisos, de la tuna.
Por otro lado, también se suele olvidar que la exaltación del mundo indígena hecha por los criollos, en su constante búsqueda de identidad, no versa sobre la realidad indígena como tal, para el criollo sus contemporáneos indígenas eran simplemente los calzonudos, sino más bien sobre una idealización de la Edad de Oro indígena y sus grandes figuras extrapoladas.
Antes de concluir me gustaría mencionar un par de cosas más. Recordemos el significado original de los colores de nuestro lábaro patrio. En concreto, el blanco simboliza la pureza del catolicismo, el mayor aporte español según la mentalidad criolla, y es precisamente sobre este color que aparece nuestro escudo. Por otro lado, podemos ver ya un antecedente de nuestra Guadalupana en España, la Virgen de Guadalupe ibérica, de la cual toma el nombre la mexicana, es una virgen de rasgos moriscos y su mayor auge lo tuvo en el enfrentamiento bélico, religioso y cultural entre moros y cristianos.
Yo sigo viendo a la Virgen de Guadalupe presente en nuestra bandera pero, al igual que en la conquista espiritual de la Nueva España, Agustín I jugó con las imágenes. La pureza del catolicismo en el blanco y lo indígena representado por el águila. Sí, en la bandera tenemos a una virgen mestiza que reúne lo “mejor” del mundo indígena y lo “mejor” del español, México.
Precisamente un día como hoy, 20 de julio, Agustín de Iturbide visitó a la Guadalupana y postró a sus pies la corona con la que, al día siguiente, sería proclamado emperador.
ResponderEliminarInteresante entrada, pero hay una cosa que me intriga. No hay evidencias icónicas de la famosa leyenda del águila parada en el nopal devorando a una serpiente que tenga un origen previo a la conquista. Es decir, al parecer los Mexicas no tenían el gusto por perpetuar esa leyenda en forma de imágenes, figuras, tallados, etc.
ResponderEliminarLa leyenda surge de las naraciones de los indios conquistados a los españoles. ¿Por qué no hay referencias documentales previas a la conquista?
¿Acaso la leyenda es una invención para interesar a los Conquistadores?
Hace más de 10 años vi en un video sobre el Templo Mayor a Eduardo Matos hablar sobre este tema, pero no he podido encontrar ni el video ni referencias escritas sobre este punto.
Saludos
Gracias por tu comentario. Has tocado un muy buen punto.
ResponderEliminarEn efecto, la mayor parte, si no todas, las referencias a este icono son posteriores a la conquista, al menos las más conocidas. Como bien has señalado, se puede sospechar sobre el tema. Bien podría tratarse de una batalla más de esa gran "guerra de las imágenes" llevada a cabo en nuestras tierras. Después de todo, ya lo dijo Napoleón con tanto cinismo como verdad: "La historia es simplemente una fábula que todos hemos aceptado".
Francamente, yo no me dedico al tema pero, si así lo deseas, puedes ponerte en contacto con la Academia Mexicana de la Historia, Correspondiente de la Real de Madrid. Ahí te facilitarán los vídeos y la bibliografía pertinente e, incluso podrían vincularte con don Eduardo Matos, quien es miembro de la misma.
Te adjunto la dirección de su página:
http://www.acadmexhistoria.org.mx/