Tu
alma se ha envuelto en gélido
fuego,
no
la
logro tocar
En tu rostro unos ojos
extraños
se
abren, parecen
flotar.
Tu
piel ya no es fresca, desde la distancia, me quiere quemar,
la
música habla otro idioma, helada
melodía capaz de intimidar.
Mi
ánimo pasea lejos de mí, el
suyo es un
viaje largo.
He
sacado mis ideas a buscar un viento que nos saque del
letargo,
mientras
cuento horas que no dicen nada,
que callan lo que valgo.
Pasan
sin
más, se tropiezan en un llano, se revuelcan en fango.
Mis
dedos no responden al sonido, mi estómago no se puede relajar.
No
estoy inspirado,
tu
ropa ya no cae y tu sonrisa no se quiere elevar.
Tú
código es secreto, no
lo puedo
comprender. Sólo
puedo adivinar
lo
que dice tu mirada, oscuros
fanales que
me incitan
a pecar.
Busco
un rincón en ti, ese punto lejano y difícil de descubrir,
me
invento mil y un cuentos que logren hacerte sonreír,
busco
aquel poema que a mis caricias te haga sucumbir.
Ese algo que
entre suspiros y jadeos te haga ir y venir.
Mis
intentos inútiles, mi cuerpo no responde a la orden de tocar,
Cambia
mi ritmo,
es otro
nuevo, un ánimo imposible de sosegar,
La
ansiedad me aprieta, me recuerda que te quiero abrazar,
Me
prohíbe esperar, me mantiene despierto, sólo capaz de esperar.
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