La negrura de mi cielo en ocasiones deja paso al pálido gris pastel de mi nube. Es ahí, en la magnificencia del cielo, donde mi nube toma forma de pastelillo, de ángel, de demonio, de diosa y, cuando tengo suerte, también de mujer. Sí, mi nube es niña triste y mi nube es viuda alegre. Y mi nube se me escapa porque mi nube es Perséfone.
Mi nube muta con el aire y cobra vida con el viento de mi imaginación. Mi nube ríe y mi nube llora. Mi nube sueña y me hace soñar. Mi nube se eleva hasta el cielo y me eleva en su pasar. Mi nube canta melodías que no entiendo pues yo sólo escucho su silencio. Mi nube quiere como yo la quiero. Mi nube me engaña y es decepcionada porque mi nube es Electra.
Mi nube es perezosa y deja que el viento trace su camino con total impunidad. Mi nube es abrazo y es beso. Mi nube es mi infancia llena de sueños y jugueteos. Mi nube es el tiempo que nos vuelve viejos. Mi nube es carne y es sudor. Mi nube es dulce vapor de agua. Mi nube te lleva a las musas porque mi nube es Minerva.
Mi nube es gula y es lujuria. Mi nube es Caronte y es Cleopatra. Mi nube es pecado y redención. Mi nube es Beatriz, Virgilio y Dante. Mi nube es el cielo, es purgatorio. Y la lluvia de mi nube es el infierno, su regazo el cielo etéreo. Mi nube reina en Troya porque mi nube es Elena. Mi nube corta su cabello porque mi nube es Andrea.
gracias. todas: por las sonrisas y los abrazos y las lágrimas.
ResponderEliminarNo, gracias a ti. Gracias por darme un motivo, el más bello de los motivos.
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