viernes, 18 de abril de 2014

Mi Princesa.




Tú, reina de todos, princesa de nadie,
Cuerpo escultural de una diosa labrada en carne.
Tú, pasión doblegable de alma inalcanzable,
Una estrella de terciopelo rellena de diamante.


Tú, quien como yo, ocultas tu llanto tras una sonrisa,
Eres aire tibio en una realidad vacía y fría.
Tú, eres poesía doblemente leída,
La historia de una princesa y su madrastra maldita.


Tú, que lo mismo eres condena que salvación,
Ocultas tu inocencia bajo una máscara de tentación.
Tú, escrupuloso tabú con nombre de obsesión,
Eres recuerdo del futuro de una obra sin guión.


Tú, el espíritu de Roma en la Torre de Babel,
Un cuento leído por todos, pero en el que nadie cree.
Tú, melancolía envuelta en primor y placer,
Eres el perfume de una diosa de piel canela y ojos miel.


Tú, isla morena en la cual la arena arriba placentera,
Tímida niña envuelta en el velo de una mujer resuelta.
Tú, bondad e inocencia forradas de carne trémula,
Eres el espejo de una maga orgullosa de su belleza.


Tú, pétalo de rosa suave como el labial,
Eres nube con forma de sueño, un mensaje subliminal.
Tú, fragancia almidonada con la gracia del cristal,
Eres noche de luces frías, amanecer de ardiente gas.




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